- Cantata inolvidable
Rondaba con trece años
y era un humilde pastor.
Yendo al monte mayor
con un mástil mis rebaños,
cuando un hombre con redaños;
un almogávar guerrero,
me prometió mil dineros,
si embarcaba en su tartana,
a la guerra siciliana,
y allí blandía mi acero.
Y así aprendí aquella canción.
Cubierto con pobre cuero.
Y con un coltell armado
De avanzadilla mandado
Al grito ¡Dispierta Fierro!
Tan distinto al de un cencerro
era el ruido del metal,
que servían de coral
a los gemidos de agonía,
cuando el contrario moría
resonando en mi tozal.
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