amé, reñí, di
mi sangre,
pensé poco,
recé mucho,
jugué bien,
perdí bastante
y, porque esa
empresa loca
que nunca debió
tentarme,
que, perdiendo
ofende a todos,
que, triunfando
alcanza a nadie
En la lejana penumbra,
un centinela de fuego otea con ojos altivos el campo abierto. Despavoridos se agitan los hombres de monte y vega, si alguna tarde perturban al centinela. |
El poder más peligroso es el del que manda pero no gobierna".