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viernes, 16 de julio de 2021

Una canta inolvidable

 Rondaba con trece años,

y era un humilde pastor

guiando al monte mayor,

con un mastín, mis rebaños,

Cuando un hombre con redaños

Un almogávar guerrero

Me prometió mil dineros

si embarcaba en su tartana

a la guerra siciliana

y allí blandía mi acero.

 

Y así aprendí aquella canción...

 

Cubierto con pobre cuero

Y con un coltell armado

De avanzadilla mandado

Al grito ¡Dispierta Fierro!

 

Tan distinto al de un cencerro

era el ruido del metal

que servían de coral

a los gemidos de agonía

cuando el contrario moría

 

Resonando en mi tozal

Nunca olvidaré aquella canción...

 

Dispierta fierro, dispierta fierro

 

 

Me volví para mi tierra

con el combate ganado

y el soniquete grabado

de los muertos en la guerra.

 

Con mí ganado en la sierra

no la conseguí olvidar.

Fui, detrás mons Aralar

En busca de bruja artera

que supiera la manera

de aquel triste son borrar

 

No logre olvidar esa canción....

 

Y me dio la bienvenida

aquella vieja hechicera

Con advertencia severa

para sanar las heridas

que desata la pasión

Y del saber amuleto

Pero no tengo el secreto

que haga olvidar la canción...

 

Nunca olvidaras nuestra canción

 

 

 

Dispierta fierro, dispierta fierro




martes, 11 de septiembre de 2018

Batalla de Apros

Los 3.000 almogávares formaron un escuadrón de infantería en el centro, flanqueado en ambos lados por la caballería. En la vanguardia dejaron un escuadrón de infantería y partieron frente al enemigo.
Los bizantinos, al ver la llegada de éstos, se pusieron en sus respectivas posiciones: la infantería en el centro, repartida en cinco escuadrones, bajo las órdenes del general Teodoro (tío de Miguel), en el lado izquierdo la caballería formada por alanos y turcopolos al mando de Basila, y en el lado derecho la caballería formada por tracios y macedonios a las órdenes de Eteriarca. En la vanguardia se encontraba Miguel.
El primer escuadrón de almogávares se enfrentó a alanos y turcopolos, los cuales fueron repelidos y posteriormente huirían dejando a la infantería bizantina al descubierto por el flanco izquierdo, que se encontró con la carga del primer escuadrón de almogávares y parte de la caballería, mientras el resto de los almogávares cargaba por el centro. En frente de la embestida almogávar, la infantería cae, dándose finalmente a la fuga. La caballería de Tracia y Macedonia fue la única que pudo mantener su posición, enfrentándose con la caballería almogávar y defendiendo un escuadrón hasta que fue arrollado por el resto de los almogávares entrando por el otro flanco y por el centro. En ese momento se retiraron, con una gran pérdida de efectivos.
Miguel, viendo la derrota de su ejército, en un acto de valentía, cargó con 100 hombres contra los almogávares, volviendo a igualar la batalla. Miguel hizo muestra de una gran valentía y destreza, hiriendo a muchos almogávares. El coemperador embiste contra Bernat Ferrer, marinero almogávar que entró en batalla a caballo y con ricas vestiduras y coraza fruto de las anteriores batallas, y le hiere. El almogávar contraataca hiriendo al príncipe, el cual es socorrido por su guardia. El ejército bizantino sufrió un gran número de bajas y, viendo su final, se retiran. Por último, los almogávares temen una posible emboscada y no persiguen al ejército bizantino.
LComo consecuencia a derrota dejó al Imperio bizantino sin ejército y a los almogávares dominando la mayor parte de Tracia.

martes, 22 de mayo de 2018

LA LEYENDA DEL ORIGEN de los ALMOGÁVARES:

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LA LEYENDA DEL ORIGEN de los ALMOGÁVARES:
Extraido de 
GUTIERREZ LERA, "Breve inventario de Seres Mitológicos Fantásticos y Misteriosos de Aragón" :




"Alfonso I, llamado El Batallador, pasó buena parte de su infancia al cuidado de los monjes del Monasterio de San Pedro de Siresa. Un día, armado con su arco y sus flechas, de los que no separaba nunca, salió en compañía de otros muchachos hacia los parajes conocidos como la Boca del Infierno, en la Selva de Oza. De entre la maleza surgió un "onso" enfurecido y todos huyeron, menos el pequeño infante, que tenía fama de no asustarse de nada ni de nadie. Con una calma impropia de sus años, tensó la cuerda y lanzó la flecha apuntando al cuerpo del animal, erguido imponente sobre sus dos patas. El venablo no llegó a herir de muerte al "onso", pero lo enfureció aún más, y avanzó contra Alfonso. Paso a paso, sujetando en su mano un cuchillo, el muchacho retrocedía de espaldas al precipicio. De repente, perdió pie y cayó, pero pudo agarrarse a duras penas en unas ramas. El "onso" estaba a punto de darle un zarpazo mortal cuando unas piedras silbaron en el aire. Una, otra, otra más, todas las piedras hacían blanco en las zonas más vulnerables de la fiera, en los ojos, en los belfos, en la sien. Se tambaleaba aturdido, sangrando, cuando surgidos de la nada aparecieron unos hombres que parecían salvajes, vestidos con zamarras de piel de "craba", armados con enormes "gayatas, estrales" (bastones o palos, hachas) y cuchillos, rodeados de fieros mastines, y se avalanzaron contra el animal, derribandolo y cosiéndolo a cuchilladas. Eran los pastores de la Bal d'Echo que salvaron al principe Alfonso. Cuenta la leyenda que años más tarde, el rey se rodeó en todas sus batallas de unos fieros guerreros de las montañas pirenaicas conocidos como los Monteros Reales de Don Alfonso El Batallador, y cumplió así la promesa que les hizo a los pastores chesos a los que les debía su vida"

martes, 25 de octubre de 2016

- Estampas para el recuerdo

La estética en el año 2009.
Ha transcurrido el tiempo, me llama la atención el aspecto que teníamos, y lo bien que nos lo pasábamos.



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