Roto, descalzo, dócil a la suerte,
cuerpo cenceño y ágil, tez morena.
A la espalda el morral, camina y llena
Sin pan, sin techo, en su mirar se advierte
vívida luz que el ánimo serena,
la limpia claridad de un alma buena
y el augusto reflejo de la muerte.
No hay su duro pie risco vedado;
sueño no ha menester, treguas no quiere;
donde le llevan va; jamás cansado
ni el bien le asombra ni el desdén le hiere:
Sumiso, valeroso, resignado.
Obedece, pelea, triunfa y muere.
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