Rondaba con trece años,
y era un humilde pastor
guiando al monte mayor,
con un mastín, mis rebaños,
Cuando un hombre con redaños
Un almogávar guerrero
Me prometió mil dineros
si embarcaba en su tartana
a la guerra siciliana
y allí blandía mi acero.
Y así aprendí aquella canción...
Cubierto con pobre cuero
Y con un coltell armado
De avanzadilla mandado
Al grito ¡Dispierta Fierro!
Tan distinto al de un cencerro
era el ruido del metal
que servían de coral
a los gemidos de agonía
cuando el contrario moría
Resonando en mi tozal
Nunca olvidaré aquella canción...
Dispierta fierro, dispierta fierro
Me volví para mi tierra
con el combate ganado
y el soniquete grabado
de los muertos en la guerra.
Con mí ganado en la sierra
no la conseguí olvidar.
Fui, detrás mons Aralar
En busca de bruja artera
que supiera la manera
de aquel triste son borrar
No logre olvidar esa canción....
Y me dio la bienvenida
aquella vieja hechicera
Con advertencia severa
para sanar las heridas
que desata la pasión
Y del saber amuleto
Pero no tengo el secreto
que haga olvidar la canción...
Nunca olvidaras nuestra canción
Dispierta fierro, dispierta fierro
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